El ballet, con su inigualable gracia y técnica, es hoy una de las formas de arte más veneradas del mundo. Pero, ¿te has preguntado de dónde viene esta disciplina? Su historia no comienza en los grandes teatros que conocemos, sino en las fastuosas cortes de la Italia renacentista.
En el siglo XV, la nobleza italiana utilizaba elaborados festines y eventos para demostrar su poder y riqueza. Durante estas celebraciones, se presentaban espectáculos con música, poesía y danza. A estos bailes, coreografiados por "maestros de baile", se les conocía como "balli", palabra de la que deriva "ballet". Estas danzas, aunque distaban mucho de la técnica actual, sentaron las bases para lo que vendría después.Un punto de inflexión crucial ocurrió en 1533, cuando la noble Catalina de Médici se casó con el futuro rey de Francia, Enrique II. Al mudarse a París, llevó consigo a sus maestros de baile italianos, introduciendo estas artes en la corte francesa.
Fue en Francia donde el ballet realmente floreció. El rey Luis XIV, conocido como el "Rey Sol", no solo era un gran mecenas de las artes, sino también un apasionado bailarín. Él mismo se convirtió en la figura central de muchos de los ballets de la corte, ganándose su apodo en el famoso "Ballet de la Nuit" (1653), donde interpretó el papel de Apolo, el dios del sol.El Rey Sol no se detuvo ahí. En 1661, fundó la Académie Royale de Danse, la primera escuela profesional de ballet. Esta institución fue fundamental porque, por primera vez, la danza dejó de ser una actividad exclusiva de la nobleza aficionada para convertirse en una disciplina rigurosa y formal. En esta academia se codificaron los cinco pies principales y los pasos básicos, muchos de los cuales se siguen utilizando hoy.
A medida que el ballet se profesionalizaba, también se mudó del salón de la corte al escenario del teatro. El público, que antes se sentaba alrededor de los bailarines, ahora se colocaba frente a ellos. Esto cambió la coreografía, que empezó a centrarse en la técnica y la proyección hacia el espectador. Los bailarines de la Académie Royale de Danse fueron los primeros en actuar en un escenario, marcando una nueva era.Durante los siglos XVIII y XIX, el ballet siguió evolucionando. Se introdujo el uso de las zapatillas de punta para dar la impresión de ingravidez, se acortaron los tutús para permitir movimientos más acrobáticos y se desarrollaron técnicas de elevación y giros más complejos. Este periodo, conocido como el Ballet Romántico, dio lugar a obras icónicas como "El Lago de los Cisnes" y "El Cascanueces", que hoy son sinónimo de ballet clásico.
Desde sus modestos inicios en las cortes italianas hasta los grandes teatros de ópera, el ballet clásico ha recorrido un largo camino. Su origen es una fascinante mezcla de política, arte y la visión de figuras como Catalina de Médici y Luis XIV. Hoy, cada vez que un bailarín realiza un plié o un pirouette, está honrando una tradición de siglos de antigüedad que nació del deseo de la realeza de impresionar y entretener.
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